Era hijo de Zeus y Leto y hermano gemelo de Artemisa, poseía muchos atributos
- Para explicar la relación de Apolo con dafne, el árbol de Laurel cuyas hojas usaban sus sacerdotisas en Delfos. Apolo persiguió a una ninfa que lo había desdeñado: Dafne, hija de Peneo. En el relato de Ovidio para el público romano, Apolo Febo se burla de Cupido por jugar con un arma propia de hombres, lo que hace que éste le hiera con una flecha dorada; simultáneamente, sin embargo, le había disparado una flecha de plomo a Dafne, haciendo que ésta sintiese repulsión hacia Apolo. Tras una fogosa persecución, Dafne rezó a la Madre Tierra o a su padre,pidiendo ayuda, y ésta le transformó en un árbol de laurel, consagrado a Apolo.
- Apolo tuvo una aventura con una princesa mortal llamada Leucócete, hija de órcamo y hermana de Clitia. Leucótoe amó a Apolo, quien se había disfrazado como su madre para lograr acceder a sus aposentos. Clitia, celosa de su hermana porque quería a Apolo para sí, contó a Órcamo la verdad, traicionando las confidencias y la confianza de su hermana. Enfurecido, Órcamo ordenó que Leucótoe fuese enterrada viva. Apolo se negó a perdonar a Clitia por traicionar a su amada, y ésta, afligida, se marchitó y lentamente murió. Apolo la transformó en una planta de incienso, o bien en un heliotropo o girasol, que sigue al sol cada día.
- Apolo también se enamoró de Casandra, hija de Hécuba y Príamo, y hermanastra de Troilo. Apolo prometió a Casandra el don de la profecía para lograr seducirla, pero ella le rechazó después. Enfurecido, Apolo le concedió el don de conocer las tragedias futuras junto con la maldición de que nadie le creyera jamás.
Amantes masculinos
- Jacinto fue uno de sus amantes masculinos. Jacinto era un príncipe espartano hermoso y atlético. Mientras ambos practicaban el lanzamiento de disco, un disco lanzado por Apolo fue desviado de su trayectoria por el celoso Céfiro y golpeó a Jacinto en la cabeza, matándole al instante. Cuando el joven murió, se dice que Apolo sintió tanto enfado y dolor que convirtió a Céfiro en viento para que nunca volviera a tocar ni hablar a nadie.

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